Entendemos por romanización al proceso por el que los pueblos prerromanos de la Península Ibérica aceptarán y adoptarán la cultura romana.
Varios serán los vehículos. Por un lado el Latín, idioma de los romanos, que será adoptado por la mayor parte de los pueblos peninsulares, además del propio alfabeto latino. Por otro lado, el derecho romano, que dotará de una legislación general a todos los pobladores de la península. La religión romana será, a su vez, un factor y vehículo decisivo para la adquisición de la cultura romana. En un primer momento la adquisición de la Tríada Capitolina (los tres dioses principales romanos Júpiter, Marte y Jano) no sin cierto sincretismo con otras divinidades peninsulares. Más tarde (I d.C) el culto al emperador se irá imponiendo y resultará decisivo para conocer las instituciones políticas romanas y los propios nombres de los diferentes emperadores. Muchos habitantes de provincias conocían la presencia de nuevos emperadores romanos por las monedas con la efigie del nuevo mandatario. En este sentido la moneda constituirá, por tanto, otro vehículo de importancia capital de la romanización.
Por último, destaca la importancia de las calzadas romanas, que permitirán no solo el transporte de mercancías, sino también de ideas. Mediante esta red de “calzadas” se conectarán todas las partes del Imperio y contribuirán decisivamente a la penetración de la cultura romana en todos los rincones de Hispania.
Respecto a las fases de la romanización podemos diferenciar claramente dos fases:
Una primera fase que irá desde finales del III a. C a finales del I a.C. y coincidirá con la conquista romana. En general la romanización, en esta época, fue débil y se centró en el área mediterránea fundamentalmente.
La conquista romana de la península se dividió, a su vez, en tres etapas bien diferenciadas:
-218 a. C al 206 a. C IIª Guerra Púnica, supone la llegada de los romanos a la península Ibérica
-Conquista de Lusitanos ( 155 a.C al 139) a. C y Celtíberos 133.a C). Supone control del centro y meseta norte peninsulares.
-Guerras contra Astures y Cántabros 27 al 19 a. C. Control definitivo por parte de Roma.
La segunda fase debemos situarla en los siglos I al III d.C (212 d.C Edicto del emperador Caracalla Constitutio Antoniniana).
Posteriormente encontramos muchos elementos de la crisis política romana bajomedieval que nos acercan, poco a poco, al fin del Mundo Antiguo. La concesión de la ciudadanía constituyó una fuente de atracción de población para el Imperio y contribuyó a que muchos pueblos limítrofes al imperio prefiriesen la ciudadanía romana al enfrentamiento con las potentes legiones romanas.
Por este motivo las ciudades hispanas alcanzarán su máximo apogeo en los dos primeros siglos de nuestra era, hasta el punto de suministrar varias familias al Senado Romano (Antoninos) y varios Emperadores: Adriano, Trajano y Marco Aurelio. Entre las más destacadas podemos citar: Caesaraugusta (Zaragoza), Emerita Augusta (Mérida). Híspalis (Sevilla). Legio (León). El urbanismo romano queda patente hoy en día en todo nuestro territorio, acueductos como el de Segovia, teatros como el de Mérida o anfiteatros como el de Tarragona, son monumentos que los romanos nos han legado, y que suponen vestigios destacados de la romanización.
Por otro lado, los lazos económicos entre Roma e Hispania contribuyeron a acrecentar la Romanización. En cuanto a la economía de la Hispania romana debemos entender que Hispania se convirtió en una provincia de capital importancia para la economía del Imperio. Roma importaba de Hispania aceite, salazones, trigo y metales. De estos, podemos estacar el oro de las Médulas (León). Mercurio de Almadén o el estaño gallego.
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